miércoles, 19 de noviembre de 2014

La seguridad del hogar espiritual






Me despertó un mensaje: "Eres un carpintero que está construyendo su hogar espiritual -escuché-.
¿Cuántos martillos hacen falta para levantar tu hogar espiritual? Qué es mejor, ¿mil martillos o uno perfecto?
Lo que cuenta es la calidad de la casa, no cuántos martillos tiene el carpintero”.
Dedicamos demasiado tiempo a acumular martillos y no el suficiente a construir nuestro hogar espiritual.
A veces la familia biológica no es la verdadera familia de una persona. Puede que sus padres, sus hermanos
y sus demás familiares no lo comprendan. Puede que no le demuestren amor y cariño. Puede que le rechacen
y le traten con crueldad. Usted no está obligado a que le traten de forma inhumana. Ser el objetivo del
comportamiento abusivo de otras personas, sean su familia o no, no satisface ninguna responsabilidad
kármica. Maltratar o herir a una persona es un acto que la persona que maltrata realiza por propia voluntad.
Los malos tratos o abusos no son nunca merecidos.
Al ir creciendo, es posible que se vea rodeado por amigos, por personas que le quieran de verdad, que le
aporten la seguridad que da el sentirse querido y tratado con dignidad y respeto. Esos amigos y seres queridos
se convierten en la verdadera familia. Seguramente también compartirán sus valores espirituales, y entre todos
pueden ayudarse a evolucionar de forma positiva. Esa gente es su familia espiritual. Si su familia sanguínea,
su familia de origen, le rechaza, su familia espiritual le aceptará, le cuidará y se convertirá en la familia que de
verdad tendrá importancia para usted.
No estoy recomendando abandonar a la familia de origen ni dejar de mantener una buena comunicación y
un trato afectivo, pero no tiene que dejar que abusen de usted, ni psicológica ni físicamente. No tiene que
racionalizar el abuso y decirse que es algo tolerable simplemente porque procede de su familia, sus amigos o
su comunidad religiosa.
Hay un aforismo que dice que la sangre es más espesa que el océano. Quiere decir que, cuando las cosas
van mal y fallan los amigos o los conocidos, normalmente se puede contar con los parientes para que nos
ayuden. Yo digo que, si bien es cierto que la sangre es más espesa que el océano, el espíritu es más espeso
que la sangre. Siempre podemos depender de la familia espiritual para que nos ayude.


Brian Weiss.
Los mensajes de los sabios.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario