Extraño es este mundo nuestro. Más extraño es nuestro entendimiento humano. Extrañísimo es nuestro miedo a la vida interna.
La mayoría no sabemos lo que es la vida interna. ¿Qué es la vida interna? Es la vida que vive para crecer y crece para vivir. Crece en la visión ilimitada del alma. Vive en la muy sublimeplenitud del alma. Esta vida interna actúa siempre conforme a la luz transformadora y colmadora del alma. Si no conoces tu alma, entonces en el mundo de la sabiduría divina serás acusado de ignorancia absoluta. Cuando conoces tu alma, inmediatamente llegas a ser conocedor de Dios.
Por favor no olvides tu gran promesa a Dios. Antes de venir al mundo, antes de ponerte la vestimenta humana, le dijiste a Dios, tu dulce Señor, con toda la sinceridad de tu alma, que participarías en su Lila (Juego) divino. Él te dijo: “Hijo Mío, cólmame y cólmate al mismo tiempo en la Tierra.” Tú estabas divinamente contento, tu alegría no tenía límite. Dijiste: “ Padre, lo haré. Que mi fervorosa promesa sea merecedora de Tu compasivo Mandato.”
Como quiso el infortunio, has olvidado ahora por completo tu promesa. Aquí en la Tierra quieres colmar, no a Dios, sino a ti mismo. Tu mente apagada te incita a traicionar a Dios, y así lo haces. Sientes que la satisfacción de Dios debe venir solamente a través de tu propia satisfacción. Si no ocurre de esta forma, no estás preparado para sacrificar ni una pizca de tu aliento de vida por complacer a Dios aquí en la Tierra. Tu promesa divina vierte amargas lágrimas de fracaso. Huelga decirlo, tratar de colmarte a ti mismo antes de haber colmado a Dios es poner la carroza delante del caballo. Es el colmo del absurdo.
Tal vez a estas alturas ya sepas lo que te ha hecho fracasar en tu promesa tan sincera a Dios. Es tu miedo. Si te pregunto cuántos enemigos tienes, me dirás: “unos cuantos.” Pero tengo que decir que te equivocas. Tan sólotienes un enemigo, eso es todo, aun cuando parezca un ejército por sí mismo. Este único enemigo tuyo es el miedo, tu miedo atesorado inconscientemente.
Tienes miedo de la vida interna. Sientes que en cuanto te lances a la vida interna estarás perdido, completamente perdido, en una tierra desconocida. Tal vez pienses también que al aceptar la vida interna estás construyendo castillos en el aire. Finalmente, tal vez sientas que aceptar la vida interna es arrojar tu vida tan preciada en la boca de un león rugiente que devorará por completo a ti y a tu vida externa.
Tienes innumerables y dulces sueños. Quieres transformarlos en realidad. En todos tus sueños quieres disfrutar del mundo o quieres ofrecer tu poderío trascendental al mundo en general; pero sientes que si embarcas en la vida interna, serás privado de todos estos logros invaluables. Así que ahora es el momento de que el miedo haga su aparición, y naturalmente comienzas a apartarte de la vida interna. El miedo comienza a torturarte; intenta limitarte y atarte.
Desafortunadamente, tu vida flaquea ante este deplorable error. Pero si una vez, tan sólo una vez, con la ayuda de tu meditación todo-energizante, pudieras llevar el miedo tan largamente atesorado hasta el mundo interno, verías que allí el miedo pierde su existencia misma. En un abrir y cerrar de ojos deviene uno con la fortaleza dinámica de tu vida interna.
Desafortunadamente, tu vida flaquea ante este deplorable error. Pero si una vez, tan sólo una vez, con la ayuda de tu meditación todo-energizante, pudieras llevar el miedo tan largamente atesorado hasta el mundo interno, verías que allí el miedo pierde su existencia misma. En un abrir y cerrar de ojos deviene uno con la fortaleza dinámica de tu vida interna.
Si verdaderamente quieres poseer el mundo externo, tienes que poseer primero el mundo interno, y no al contrario. Si verdaderamente quieres disfrutar del mundo externo, primero debes disfrutar el mundo interno, no al revés. Si tu corazón anhela servir a la humanidad, primero tienes que servir a la divinidad interna. Infalible es esta verdad.
Universidad de las Indias Occidentales
Kingston, Jamaica
12 de enero de 1968
Kingston, Jamaica
12 de enero de 1968
No hay comentarios.:
Publicar un comentario