Lo manifestado, la totalidad de lo fenoménico, puede aparecer
como "lo otro", lo separado, lo no-yo y a su vez el yo como lo
subjetivo que observa al objeto como algo diferente de él...esta
es la mirada de la dualidad y la identificación con esta mirada
es lo único a lo que puede definirse como irreal.
Cuando esta identificación desaparece sólo queda, nítidamente
revelada, la Totalidad y la realidad de su existencia...dejar de
identificarse con la ilusoria separación permite apreciar que el
único observador es: Eso mismo que se está manifestando a través
de todas las formas de lo que llamamos kosmos, universo o
totalidad y que el yo-persona es parte de esa manifestación.
Lo cotidiano, lo de cada día y cada vez llama a reconocer algo
tan obvio como la vida manifestándose en cada instante; esperar
experiencias transformadoras o estados de éxtasis resulta absurdo
cuando se descubre que no hay un "quien" que despierta y es
revestir de complicaciones a la simplicidad del desarrollo espiritual.
Dogen dijo:
"Estudiar el budismo (misticismo) es estudiar el yo.
Estudiar el yo es olvidarse del yo.
Olvidarse del yo es ser uno con todas las cosas.
Ser uno con todas las cosas es ser iluminado por todas las cosas,
y esta iluminación sin rastros prosigue para siempre"
Dice Ken Wilber:
Dicho en otras palabras, la iluminación no es un estado final ni un
producto, sino un proceso....incesante, "y esta iluminación sin rastros
prosigue para siempre".....Y esto no implica ningún malabarismo,
ningún juego de narcisismo al que nos tiene acostumbrado la nueva era,
sino wu-shin, es decir, nada en especial. Nada en especial...¿No lo ves?
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